La casa Golferichs es una casa modernista modernista alejada de los circuitos turísticos más conocidos. Está situada en la Gran Via de les Corts Catalanes, 491, esquina Viladomat, en la Esquerra de l'Eixample de Barcelona, en un terreno de 541m2.
Construida en 1901 por el arquitecto Joan Rubió i Bellver por encargo del rico ingeniero de caminos, comerciante de maderas nobles, coleccionista y hombre de cultura, Macari Golferichs Losada. Esta casa modernista, conocida como el Xalet, obtuvo el primer premio del Ayuntamiento por ser el mejor edificio terminado durante 1901.
La mansión iba a ser la nueva residencia de los Golferichs, una villa modernista con suntuosos acabados en cerámicas y maderas nobles, además de un claro estilo historicista que supuso una ruptura entre las construcciones de la época en l’Eixample de Barcelona.
En esos años Rubió i Bellver era discípulo de Antoni Gaudi colaborando en obras como la Sagrada Familia, la Casa Batlló, la Casa Calvet o el Parque Güel entre otras. De tendencia catalanista en sus obras recurrió a un destacado eclecticismo goticista, con abundante uso de ladrillo y elementos decorativos en diferentes materiales.
Por aquel entonces la Gran Vía era una calle muy ancha, que adquiere importancia con las obras para la exposición universal de 1929. La torre se coloca arrinconada sobre la medianera edificada de la Gran Vía. Se trata de una tipología curiosa, que por un lado sigue la ley de edificación continua del Eixample, pero con un toque independiente ya que el ancho de la fachada con la entrada principal mira hacia el jardín y la calle secundaria y sobre la avenida solo se muestra una fachada lateral.
Esta casa o edificio modernista ha pasado por muchos avatares hasta poder llegar a nuestros días.
En 1936. con la guerra civil, la casa fue confiscada a la familia Golferichs por los movimientos libertarios para convertirla en una universidad popular. Golferichs murió en 1938.
Después de la guerra, las monjas dominicas compraron el edificio para destinarlo como sede de un colegio religioso. En este proceso destrozaron el interior.
A principios de los años 70, después de permanecer unos años cerrado, las religiosas lo vendieron a Josep Lluis Núñez, un constructor catalán muy amante de los chaflanes en los cuales siempre construía el mismo edificio, que tenía la intención de derribar el Xalet.
Las protestas vecinales no se hicieron esperar y durante diez años, impidieron que 'El Xalet' fuese derribado y se construyese el nuevo bloque de pisos. El ayuntamiento catalogó la casa, y Núñez al ver sus planes frustrados vendió el edificio al mismo ayuntamiento que lo restauró en los años 80 y lo abrió como centro cívico en 1989. La restauración se realizó a cargo de los arquitectos Pere Joan Revetllat y Carme Ribes.
Desde entonces esta casa es uno de los centros cívicos más importantes de la ciudad y el más activo de la Esquerra de l'Eixample donde se ofrecen multitud de cursos, espectáculos, conferencias, exposiciones que cumplen con las expectativas e inquietudes artísticas de todo el distrito y de fuera de él.
El edificio principal presenta una interesante combinación de volúmenes y materiales (mampostería, ladrillo visto y cerámica) y uso de elementos neomedievales.
Las aberturas son neogóticas con un pequeño tímpano cerámico en las ventanas principales.
La tribuna sobre la puerta de acceso presenta ricas combinaciones de cerámica multicolor y ladrillo vidriado que complementan el alero trabajado sobre el que descansa.
Subiendo unos pocos escalones, en la puerta principal, se accede a un distribuidor.
Alrededor del distribuidor se ubican todas las estancias de la planta baja. En la planta baja se ubicaba la cocina, el comedor , un baño, la despensa y otras dependencias.
La primera habitación a la izquierda alberga el antiguo comedor donde destaca la chimenea.
La segunda habitación a la izquierda se utiliza como sala de exposiciones. Destacan los grandes ventanales.
La primera sala a la derecha se utiliza como biblioteca y sala de conferencias.
La biblioteca tiene una segunda planta.
La segunda habitación a la derecha es utilizada como sala de juntas.
Desde el distribuidor, una imponente escalera adosada a la medianera, conduce a la planta superior y buhardilla.
La escalera de madera muestra un juego de relaciones y transparencias reforzado por los reflejos de color que surgen de los altas cristaleras y en el recorrido el visitante puede apreciar diferentes formas y esgrafiados sobre las paredes y sobre los elementos de madera. También adornos de hierro forjado tanto en las barandillas como en las rejas.
Y en la tercera planta estaba la buhardilla, una parte de la cual según los planos, estaba destinada a gimnasio y la otra para almacenamiento y dormitorios del personal.
La buhardilla es una de las joyas de Casa Golferichs. Nos recuerda el interior de una iglesia, es diáfana y con una inclinada cubierta a dos aguas soportada por cerchas de madera. La luz del día entra a través de las numerosas aberturas de diferentes formas y tamaños que perforan sus muros.
En todos los volúmenes el arquitecto utilizó materiales de mamposterías, ladrillos vistos, maderas o cerámicas de sabor gótico, al igual que las principales aberturas, combinándolos con elementos medievales como los tejados con grandes voladizos o la tribuna esquinera sobre Gran Vía.
Fijaros en la decoración de los voladizos.
Y en las chimenéas modernistas.
Es en este edificio donde se encuentran la mayoría de las aulas donde se realizan los diferentes cursos.
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