miércoles, 23 de abril de 2014

De Ripoll a Sant Joan de les Abadesses por la Via verde de la Ruta del Ferro y el Carbón

Aprovechamos uno de los días que pasamos en Ripoll para hacer algo de deporte. Ripoll nos ofrece “la ruta del ferro i el carbó”, antigua vía de tren acondicionada para ciclistas y caminantes que llega hasta Sant Joan de les Abadesses.

La Ruta del Hierro y del Carbón, llamada así en alusión a la importante tradición de las forjas en el Baix Ripollès y a la extracción de carbón en las minas de Ogassa, sigue el antiguo trazado del ferrocarril. Los 12 kilómetros de vía se han convertido en la ruta ideal para disfrutar de un paseo a pie o en bicicleta y contactar con un pasado industrial del que somos herederos. El tramo ferroviario Sant Joan de les Abadesses-Toralles funcionó hasta el cierre de las minas, en 1967. El tramo Sant Joan de les Abadesses-Ripoll, por su parte, se mantuvo en activo hasta el año de su centenario, en 1980, cuando se cerro por falta de pasajeros.

Todo el trazado de la ruta, que une Ripoll, a 682 metros de altitud, con Sant Joan de les Abadesses, a 775 metros sobre el nivel del mar, está asfaltado y flanqueado de vegetación. El desnivel de 160 m se supera en una suave pendiente del 1%. Son 12 kilómetros de ida y otros tanto de vuelta.

Iniciamos el recorrido a las afueras de Ripoll, junto a la carretera C-151. Allí en el CAT alquilamos la bici.


El itinerario es bastante plano y muy agradable para pedalear en familia, además está bastante bian acondicionado y muy bien señalizado.

De esta manera, rodeados de altos picos, extensos prados, masias, bosques de pinos y robles, la vía completamente asfaltada sigue el curso del río Ter en un trazado casí sin nivel.

La gente de la zona aprovecha la ruta para todo, algunas personas mayores conversan en las bancas que se encuentran al pie del camino, otros pasean con sus perros y también hay quién enseña a montar en bicicleta a sus hijos, en la ruta del ferro hay lugar para todos.


El recorrido se realiza con la imponente presencia del Taga (2040 m) y de la Sierra Cavallera como decorado de fondo.


Pronto llegamos a la antigua estación de Sant Joan, en donde hay un monumento al antiguo ferrocarril además de una zona de esparcimiento, con un restaurante, un albergue, un centro de acogida de BTT, juegos infantiles y las antiguas instalaciones que nos explican como era la actividad industrial de la época del ferrocarril.


Podéis aprovechar para visitar Sant Joan de les Abadesses. Os contaré como fue nuestro recorrido en otro post.

El regreso es todo de bajada, la verdad es que casi no es necesario pedalear, así que disfrutad de una vuelta sin esfuerzo.





viernes, 11 de abril de 2014

Ripoll, la cuna de Cataluña

Aprovechamos tres días de fiesta para acercarnos hasta una comarca en la que aún no habíamos estado: Ripollés. Una comarca muy cercana a Barcelona por la C-17, a 106 kilómetros que se pueden hacer en poco más de 1 hora y cuarto por una autovía en bastante buen estado, en la que no encontramos mucho tráfico aunque si está limitada su velocidad a 100 km/h en la mayor parte de su trayecto.

Nuestra primera parada es Ripoll, capital de la comarca. También conocida como "el bressol de Catalunya", la cuna de Cataluña, ya que según parece aquí el conde Wifredo el Velloso fundó Cataluña. Lo que si es cierto es que Wifredo mandó construir el Monasterio de Santa María.

Es el principal monumento de la localidad. Construido en el año 888, es un notable exponente del románico que podemos encontrar en la zona. Se encuentra en la Plaça de l´Abat Oliba.


La oficina de turismo se encuentra allí mismo, a mano izquierda, donde conseguimos toda la información que necesitábamos.
La oficina está abierta todo el año, excepto en agosto. De lunes a sábado de 9.30h a 13.30h y de 16h a 19h. Domingos de 10h a 14h.
En agosto durante toda la semana es de 10h a 14h y de 16h a 20h.

Salimos de la oficina y junto al Monasterio encontramos una escultura del Abat Oliba. Este abad llevó al monasterio a su máximo esplendor después de renunciar a seguir siendo conde de Berga y Ripoll. Se le considera el padre espiritual de la Cataluña naciente.


A través de las cristaleras se puede disfrutar del elemento más importante del monasterio: la portada del siglo XII, también conocida como la Biblia en piedra. Ahora se está promoviendo su declaración como Patrimonio de la Humanidad.


Disfrutamos de la magnífica arquitectura del Monasterio de Santa María, aunque decidimos no entrar pues vamos con el perro. En su interior podéis ver la tumba del conde Wifredo el Velloso, la tumba de Ramon Berenguer III y pasear por el claustro, uno de los pocos claustros románicos con 2 pisos.

Si os animáis a entrar aquí tenéis información sobre horarios y precios.

Horarios:
Invierno (octubre a marzo) de 10h a 13h y de 15h a 18h
Verano (abril a septiembre) de 10h a 13h y de 15h a 19h

Precio de las entradas:
General: 3 €
Grupos (mas de 20 personas). Jubilados, carnet de estudiante, carnet Joven, menores de 18 años.
Família numerosa: 2 €
Escuelas: 1 €
Tiquet familiar. Padrres y niños menores de 14 años: 6 €


En la oficina de turismo nos han dado la información para realizar dos rutas por Ripoll. Hoy haremos la ruta arquitectónica, del románico al modernismo.

Junto al monasterio se encuentra la Iglesia de Sant Pere. Fue consagrada en el año 890 por el obispo Gotmar, fue restaurada a mitad del siglo XI.


Es un edificio de 3 naves, acabado en 3 ábsides dentro del más puro estilo románico.


Destaca, en la parte posterior, un fragmento de muralla del siglo XIV sobre el cual se levanta el campanario. En la fachada se ve un reloj de sol.


Al lado opuesto del monasterio se encuentra el ayuntamiento. Fue construido en el siglo XVII y formaba parte del conjunto monástico.


Delante del ayuntamiento hay un monumento de 1897 de Ildefons Bonells que rinde homenaje a los ciudadanos de Ripoll que, durante ocho días, defendieron heroicamente el pueblo del asedio de las tropas carlistas hasta finalmente caer derrotados el 27 de mayo de 1839.


En la fachada podemos ver la placa que recuerda que aquí se fundó la nación catalana.


Consecuentes con esta idea han sustituido la bandera española por la estelada.


Tomamos el carrer Bisbe Morgades, al final de la calle encontramos la Casa Muntades, un edificio de estilo neoclásico del año 1868 cuyo maestro de obras fue Eudald Sadurní. Destacan las pilastras, los capiteles corintios, la cornisa de grandes dimensiones y los elementos neogóticos.


Cruzamos el Pont d´Olot, ornamentado con bonitas flores y desde el que tenemos vistas pintorescas de las casas que hay junto al río Ter.


Se cruza el Passeig de Sant Joan y se llega al Scriptorium, que contiene una exposición permanente acerca de los copistas de Ripoll de la edad media y algunas pinturas sobre piel de reconocidos artistas catalanes. 


Para visitarlo consultar en la oficina de turismo pues se realiza mediante visitas concertadas.


Junto a él está el antiguo Hospital Municipal, actual sede del Archivo Histórico Comarcal de Ripoll. La actual edificación, de 1846, se yergue donde antes hubo sendos hospitales de los años 1573 y 1661.


Cruzamos el arco que hay junto al Scriptorium.


Seguimos el Raval del Hospital en dirección al Carrer Industria. Nos encontramos en una zona con un claro ambiente medieval.


Nuestro objetivo es la Capilla de Sant Miquel de la Roqueta.


Se trata de una capilla de estilo modernista del año 1912. Su arquitecto fue Joan Rubió i Bellvé, discípulo de Antoni Gaudí. Posiblemente se trate de unos de los elementos patrimoniales de Ripoll más singulares pero de los menos conocidos.


Joan Rubió se inspira en la arquitectura anónima de las contrucciones de pedra en sec.
Articula un sistema constructivo a base de piedra de río sin desbastar y una estructura de vueltas cónicas que forman el ábside en torno al cimborrio central.
María de Delas, barón de Vilagaià, decidió levantarla en sustitución de una antigua capilla dedicada a San Miguel. El barón murió 3 meses antes de su inauguración.


La capilla ha tenido diferentes usos a lo largo de sus cien años de existencia: acogió una guarnición militar, fue espacio de juego para los niños del barrio, vivienda para tres familias de inmigrantes o sede de uno de los pasos de Semana Santa.


Se sigue por el Carrer Indústria, se toma a la derecha la carretera de Olot y se gira de nuevo a mano derecha por el Carrer Progrés. En el número 15, se halla una de las construcciones modernistas más significativas de Joan Rubió, también de 1912: la casa Bonada. Destacan de ella las dos fachadas de piedra careada y los coronamientos puntiagudos e irregulares.


La glorieta y la torre situadas en el vértice articulan el giro de la estructura. Procedimiento constructivo a base de piedra sin desbastar, coronamientos puntiagudos e irregulares y una expresa falta de acabados.


En la esquina con el Passeig de Sant Joan está el edificio postmodernista de la Casa Siqués, de 1916, bautizado por la población local como la casa del Barco por el parecido de su fachada principal con una nave. También es una obra del arquitecto Joan Rubio i Bellvé. Originariamente la cubierta era de madera y de forma puntiaguda.


Casi enfrente encontramos un monumento a la sardana.


Seguimos por el carrer Escorxador hasta llegar al río Ter. Vamos a la izquierda siguiendo el Passeig Mestre Guich. Paramos enfrente de la Lira para ver la moderna pasarela peatonal y la actuación arquitectónica que se ha realizado en esta plaza.


Interesante la pasarela a dos niveles, el uso de barillas en el suelo del nivel inferior que permite sentir el paso del río mientras estás sentado en uno de los modernos bancos.


El cobertizo que genera una plaza cubierta cerca del río en mi opinión es muy radical en el uso de los materiales y comprendo la polémica que se generó en la ciudad con este proyecto aunque también es cierto que pienso que se ha generado un ambiente muy especial.


Cruzamos el puente peatonal de nuevo y seguimos la orilla del río Ter para volver a cruzarlo por el puente del Carrer Macià Bonaplata.


Se tienen buenas vistas de ambas orillas del río.


Se llega a la Plaça Gran, una de las más populares de Ripoll, que conserva una parte porticada y reúne algunos edificios de gran interés histórico y arquitectónico. Puede contemplarse la casa Alòs, también conocida como la casa Dou, obra de estilo modernista con elementos novecentistas proyectada en 1908 por el arquitecto Josep Maria Pericas. Destacan los esgrafiados de la torre.


Destacan, asimismo, la casa Vaquer, de la segunda mitad del siglo xix, y la casa Soldevila o Bussanya, de principios del xx, cuyos racimos de uva esculpidos en su parte superior delatan el oficio de comerciante de vino de su primer propietario.


Cruzamos el río Freser por el puente de L'Arquet.


Una vez cruzado el puente encontramos el mapa de la muralla, un dibujo que nos muestra como estaba amurallada la población en el s. XIV. Al otro lado del río se distingue un fragmento de la antigua muralla que, desde la época medieval hasta mediados del siglo XIX, rodeaba las dependencias del monasterio y el núcleo antiguo de Ripoll.


También podemos ver la presa y el canal de L'Arquet, obras hidráulicas de origen medieval que atestiguan el antiguo aprovechamiento fluvial de estas aguas.


Tomamos a la derecha el Raval de Barcelona. Se cruza de nuevo el Freser, esta vez por el puente del Raval, que, pese a ser originario de la edad media, mantiene el aspecto de la última reedificación del año 1892. Hoy en día conserva a ambos lados del río Frese, los arcos auxiliares y los extremos de la antigua contrucción. También puede verse un fragmento, bajo el puente, dentro del agua.


En la callejuela que va del puente del Raval hacia el centro, sobre una puerta tapiada, está representado un toro, emblema del linaje de los Taurinyà, propietarios de este casal.


Tras esa puerta algo cochambrosa, sin miedo, podéis entrar en el interior del porta, donde se ve un arco de medio punto rebajado y pilastras con figuras humanas esculpidas en alto relieve.


Tomamos a la derecha el Carrer Nou, llegamos de nuevo a la Plaça de Sant Eudald, seguimos el Carrer de San Pere hasta el final y tomamos a nuestra izquierda el Carrer Berenguer el Vell, donde merece la pena ver la casa Codina, edificio de 1918 de influencia modernista.


Se trata de un torre de simetría central acentuada por galerías salientes y el coronamiento del cuerpo principal. Destaca como solución alternativa al estilo constructor ripollés hasta ese momento y por la pulcra disposición volumétrica y estructural.